El problema de varroa en la actualidad

Los apicultores dicen que cada vez hay más varroa y es más difícil controlarla. Y así es. El cambio climático, el aumento del número de colmenas y la reducción de la eficacia de los tratamientos están detrás de ello. Lo analizamos.

Introducción


La Varroosis constituye el problema sanitario número uno de las explotaciones apícolas en España. Seguramente es así en la mayor parte del mundo.

Los apicultores son un clamor: “Cada vez hay más varroa y es más difícil combatirla”. Y así está ocurriendo. Desde la llegada de varroa a España en 1985, la situación, lejos de mejorar o controlarse, ha ido de mal en peor, con alguna etapa intermedia durante estos años de más o menos tranquilidad.

Pero… ¿por qué está ocurriendo esto? Se supone que, tras años de lucha contra esta parasitosis y numerosos estudios y esfuerzos investigadores realizados, deberíamos tener controlado el problema. ¿No? Pues no. Siguen muriendo colmenas debido a varroa y los apicultores en España tienen cada vez más dificultades para controlarlo. Cada vez son necesarios un mayor número de tratamientos para mantener los niveles de infestación por debajo del umbral de daño en nuestras colmenas.

Vídeo: colmena muerta por Varroosis (Miguel «Barba»)

La zona cero


Antes de su expansión por Europa y el mundo entero, podemos hablar de la existencia de una “zona cero”, el lugar donde empezó todo, que se encuentra en la región de Primorsky (Rusia), que limita al sur con Corea del Norte y al oeste con China.

Ahí, varroa es hospedador habitual de Apis cerana, la abeja de la zona y una de las especies de abejas del mundo, diferente a la de los apicultores occidentales, Apis mellifera. En Apis cerna, varroa no produce ningún daño, debido a distintos mecanismos de resistencia(Peng et al., 1987) que ha desarrollado después de millones de años de convivencia y evolución conjunta.

Cuando los campesinos de las regiones más europeas de Rusia y Ucrania migraron a estas zonas, llevaron consigo a sus abejas, Apis mellifera, acostumbrados a su manejo y mayores producciones (Crane, 1978). El contacto entre las poblaciones Apis mellifera y Apis cerana permitió a varroa dar el salto desde su hospedador natural a esta nueva abeja “occidental”.

Este salto se produjo en algún momento entre 1952-1960, según distintas fuentes.

A partir de aquí, comienza la expansión de varroa por toda Europa y el mundo, llegando a España en 1985 y a Extremadura en 1986.

Las tres etapas de la Varroosis en España


El desastre de los primeros años

Nuestra abeja no estaba preparada ni tenía, en principio, mecanismos de resistencia frente al ácaro. Esto hizo que miles de colmenas perecieran tras la primera invasión de varroa. Un auténtico sunami para la apicultura. No existían tratamientos, y hasta que estos estuvieron disponibles fueron años duros para los apicultores, acostumbrados a vivir sin varroa.

Además de esto, en esta época de “apicultura feliz” anterior a varroa, el número de colmenas que ocupaban nuestros campos era mucho menor y la climatología más benigna: menor degradación ambiental y de recursos alimenticios para las abejas, mayor variedad y calidad nutricional del polen de las plantas, un régimen más regular de precipitaciones y temperaturas acordes a cada estación.

En definitiva, la cría de abejas era mucho más sencilla que ahora.

La estabilidad de los años intermedios

Tras estos primeros años y la aparición de los primeros acaricidas efectivos, parece que todo se normaliza un poco y se convive “amablemente” con el parásito. Fue necesario un perído de adaptación y aprendizaje, de cambiar de colmenas tradicionales fijistas (corchos, cortizos, etc.) a colmenas movilistas, principalmente Layens.

Colmenar años 80 en Extremadura: colmenas Langstroth, Layens y todavía corchos.

No he conocido, como apicultor, la época sin varroa, pero sí esta de los años intermedios, que es cuando empiezo en apicultura. La fórmula que nos enseñaron para combatir la enfermedad funcionaba, parecía servir, y era, en cierto modo, sencilla: sólo había que introducir unas tiras con acaricidas en las colmenas una vez a año, en otoño. Lo hacías y te olvidabas de varroa y las colmenas durante el invierno, que allí seguían después de las Navidades tras un par de meses o tres sin echarles ni un vistazo.

Así lo hacía yo, y no volvía a realizar ningún tratamiento hasta la llegada, de nuevo, del otoño. Mantenía mis colmenas con un solo tratamiento, y nunca tuve problemas ni pérdidas evidentes de colmenas por varroa.

La zozobra de los años actuales

Pero esa fórmula de manejo de la varroosis dejó de funcionar hace ya algún tiempo. Ya es hora también de que dejemos, pues, de enseñarla.

Se trata de una receta fuertemente arraigada entre los apicultores, y que lleva al fracaso a gran parte de los nuevos apicultores, que pierden buena parte de sus colmenas en los primeros años. Esto es especialmente cierto y duro entre aquellos que se acercan a la apicultura como hobby o se encuentran fuera de los circuitos profesionales de apicultores, sin el asesoramiento de los técnicos de las asociaciones y sin el amparo ni el consejo de apicultores más experimentados.

Son los apicultores experimentados de estos años actuales quienes repiten una y otra vez que “cada vez hay más varroa y es más difícil combatirla”. Son los apicultores de ahora los que dicen ver a las varroas andar tranquilamente sobre las tiras de amitraz. Son los mismos apicultores los que dicen perder colmenas por varroa a pesar de realizar los tramientos oportunos de una manera correcta.

¿Por qué a mí, hace 15 años, manejando una explotación de 500 colmenas me funcionaba y ahora ya no? ¿Qué hacía yo diferente a los apicultores de ahora? ¿Qué hacen ellos mal? ¿Qué “no” hacen que yo hacía?

Los culpables de la situación


Lo más fácil y socorrido (y frecuente) es echar la culpa a los laboratorios, por la falta de eficacia de sus productos o por su desinterés aparente por encontrar nuevos tratamientos. Pero la situación no es tan simple.

Aunque he tardado un tiempo en atar cabos, ahora me sonrojo por no haberme dado cuenta antes. Y es que, en el fondo, la explicación es bastante sencilla, al menos como yo lo veo en estos momentos.

Estas son las tres cosas que han cambiado en los últimos años y que hacen que el control de varroa sea ahora más difícil que antes:

  1. Disminución de la eficacia de los acaricidas frente a varroa
  2. Cambio climático con elevación de las temperaturas otoñales e invernales y presencia continua de cría en las colmenas
  3. Aumento incontrolado del censo de colmenas

Es la acción de estos tres elementos, actuando a la vez, de forma sinérgica y conjunta a modo de cóctel Molotov, la que ha complicado al apicultor el control de varroa en sus explotaciones.

Porque…¿cuáles son los tres elementos esenciales para que un tratamiento que realicemos en un colmenar funcione perfectamente?

  1. Alta eficacia del acaricida utilizado (97-99 %)
  2. Existencia de un período sin cría en las colmenas para poder aplicar ese acaricida y pueda así alcanzar la alta eficacia esperada de él.
  3. Una vez limpia de varroa la colmena y retiradas las tiras, evitar que se produzca una reinfestación.

Como puede verse, cada uno de estos tres elementos esenciales para la eficacia del control de varroa en un colmenar se encuentran actualmente afectados por una serie de condiciones que prácticamente los anulan o hacen muy difícil que se den. Y deben darse de forma conjunta.

Se da por hecho que el tratamiento elegido se aplica correctamente, algo que falla en más ocasiones de las que se piensa. Luego volveré a ello. Nos centramos en los tres culpables principales.

Disminución de la eficacia de los acaricidas

La aparición en varroa de resistencias a los distintos tratamientos es un hecho plenamente constatado (Mitton et al., 2022). En España, se ha puesto de manifiesto una clara disminución de la eficacia de productos como Apistán©, a base de fluvlinato, y Checkmite©, con coumafós como principio activo(Hernández-Rodríguez et al., 2021) (Higes et al., 2020).

En Extremadura, la eficacia de estos dos productos, según los resultados preliminares de un estudio en progreso en el que hemos participado, oscilaría entre el 0-29 % para el fluvalinato y un 59-93% para el coumafós (no comercializado actualmente en España). Para el caso del amitraz (Apivar©, Amicel© y Apitraz©) la eficacia oscila entre el 60-91 %, datos que concuerdan con los obtenidos en otros trabajos realizados en España(Hernández-Rodríguez et al., 2021), que se sitúa entre el 60-96%.

Como puede verse, con estas eficacias es imposible controlar eficazmente varroa con un solo tratamiento al año aún en las mejores condiciones, que serían su aplicación en ausencia de cría y la no reinfestación de las colmenas.

Las causas de estas resistencias son:

  • La falta de moléculas eficaces para rotar los tratamientos y por consiguiente la repetición de tratamientos una y otra vez con el mismo principio activo.
  • La no utilización de los tratamientos denominados “ecológicos” (ácido fórmico, timol y ácido oxálico) de forma regular en los planes de control de varroa.
  • La utilización de principios activos en preparaciones artesanales aplicados con gran frecuencia. Así ocurrió con Apistán©, a base de uso masivo y artesanal de tablillas de Klartan© o similares y así está ocurriendo con los productos a base de amitraz.

Cambio climático y ausencia de períodos sin cría en la colmena

Pero en muchas zonas de España, especialmente en el sur, resulta ya difícil encontrar períodos sin cría o muy escasa presencia, como era habitual años atrás. En esos años, era frecuente que yo realizara mis tratamientos en ausencia de cría en noviembre o con una ligera presencia de 1-2 cuadros con apenas unos escasos centímetros cuadrados de cría operculada.

Si sumamos esta menor eficacia de los principios activos a su aplicación en presencia de cría constante, el resultado es que el tratamiento estrella, de limpieza otoñal, no realiza tal limpieza, y las colmenas llegan al inicio del año y de la temporada con un nivel de infestación mayor del deseado.

A partir de ese momento, todo empeora y se complica más porque cada vez hay más cría a medida que progresa el año y a su vez más varroa, que se reproduce al ritmo de las abejas, y es necesario aplicar más tratamientos, aunque de menor eficacia, para contener el nivel de infestación.

De no hacerlo, en el mes de agosto, cuando la población de abejas declina, el porcentaje de abejas infestada alcanza su pico y el daño a las colmenas es considerable, haciendo que el siguiente tratamiento sea aún más ineficaz, hecho del que el apicultor, en muchas ocasiones, no se percata. La rueda sigue girando hasta que los niveles de varroa disparan la presencia de virus dentro de la colmena de forma epidémica (Francis et al., 2013) y se produce su colapso y muerte y la sorpresa del apicultor que se encuentra el desastre en su colmenar.

Aumento del censo de colmenas y reinfestaciones

Y todo lo descrito anteriormente se produce en un contexto de superpoblación de colmenas en el campo. En 2008, Extremadura contaba con 372.201, y en marzo de 2023 contamos con 641.000. Prácticamente se ha duplicado.

En España, entre 2010 y 2020 se ha producido un aumento del 46,6 % en el número de explotaciones.

No existe “distanciamiento social en la apicultura”, ni dentro del colmenar ni entre colmenares. Como aprendimos con la Covid-19, en esta situación de congregación y aglomeración es imposible evitar la propagación del virus entre la población. Igual ocurre con varroa. Es muy difícil evitar las reinfestaciones dentro del mismo colmenar y entre colmenares vecinos.

Los tiempos de aplicación de los tratamientos son distintos de un asentamiento a otro, en función del manejo, trashumancia, producto elegido, etc. Y dentro del colmenar, se estima que aproximadamente un 10 % de las colmenas del colmenar no responde bien al tratamiento y quedan con niveles de infestación muy altos.

Estas colmenas se convierten en “supercontagiadoras”, en auténticas “bombas de ácaros”(Peck & Seeley, 2019) para otras colmenas del colmenar, que al final acaban teniendo de nuevo el mismo nivel de infestación que ellas y el tratamiento acaba por no servir para mucho (Seeley & Smith, 2015).

Aplicación incorrecta de los tratamientos

Además de los tres elementos principales antes señalados, este es un factor que siempre hay que tener en cuenta ante un fallo en el tratamiento. No es infrecuente, especialmente entre los apicultores menos profesionalizados y con menos experiencia, que los tratamientos no se apliquen correctamente.

Fotografía extraída de un vídeo de Youtube

Para ver el estado de la cuestión, no hay más que darse una vuelta por Youtube, como es el caso de la imagen que pongo arriba. Corresponde a un “api-youtuber” que muestra cómo realiza el tratamiento con Apivar©. Señala en el vídeo que hace un frío que pela, las abejas se encuentran si actividad y arracimadas a modo de bolo invernal en torno a la posible cría existente y el apicultor coloca las tiras fuera de ese nido de cría.

El tratamiento con este tipo de tiras hay que hacerlo en período de actividad de las abejas, no cuando se encuentran arracimadas en el bolo invernal. Es necesario que contacten con la tira para que distribuyan el producto entre todas las abejas y por todas las zonas de la colmena, especialmente el nido de cría que es donde está varroa. Este producto no actúa por evaporación, como aún muchos apicultores piensan.

Además, hay que buscar los cuadros de cría e insertar las tiras en contacto ella, algo que tampoco se está realizando correctamente en este caso, pues las coloca aleatoriamente, sin mirar donde está la cría y fuera de la bola de abejas. Si las abejas no se mueven, y además las tiras se colocan incorrectamente, fuera del nido de cría…¿qué eficacia podemos esperar de este tratamiento?

Resumen y conclusión


Controlar la Varrosis en la actualidad es más complicado que hace algunos años. Esto es debido principalmente a la disminución de la eficacia en los acaricidas, el cambio climático que ha elevado las temperaturas invernales y hace que tengamos cría en las colmenas todo el año y el aumento del censo de colmenas que provoca un mayor número de reinfestaciones.

No hay que olvidar, en ocasiones, la aplicación incorrecta de los tratamientos, que incluye también los errores al elegir el producto más adecuado a la fecha y nivel de infestación del momento.

La escasez de moléculas para la lucha es otro factor importante a considerar, que se agrava por la infrautilización de algunas de ellas como el timol o el ácido fórmico debido fundamentalmente al uso predominante de colmenas Layens, lo cual impide o dificulta su uso.

A modo de conclusión, solo puedo decir que hay que cambiar el chip. No se puede combatir la varroosis como hacíamos hace algunos años por todo lo señalado.

A varroa hay que “darle con todo y en todo momento”, que no es más que una forma vulgar de decir que hay que aplicar un manejo integrado. Para ello, hay que utilizar todos los métodos posibles y en todos los momentos posibles. Eso incluye la selección de abejas con cierto nivel de resistencia al ácaro como única solución verdaderamente sostenible.

Hay que ponerle el pie encima a varroa y no dejar nunca que su número alcance niveles de daño para la colmena. No hay que perderla nunca de vista, y para ello hay que realizar monitoreos diagnósticos con frecuencia.

Hay que dejar de pensar en tratar cuando los niveles sean altos, como hemos hecho siempre, y en su lugar hay que poner todo el esfuerzo y empeño en tratar de que esos niveles nunca sean altos.

Muchos de los temas que he tratado en este artículo los iré desgranando con más detalle en otros posteriores.

Hasta entonces…¡no te confíes! ¡No le quites ni el pie ni el ojo de encima a varroa en todo el año!

Referencias


Crane, E. (1978). Beekeeping round the World. Bee World, 59(4), 164-167. https://doi.org/10.1080/0005772X.1978.11097718

Francis, R. M., Nielsen, S. L., & Kryger, P. (2013). Varroa-Virus Interaction in Collapsing Honey Bee Colonies. PLOS ONE, 8(3), e57540. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0057540

Hernández-Rodríguez, C. S., Marín, Ó., Calatayud, F., Mahiques, M. J., Mompó, A., Segura, I., Simó, E., & González-Cabrera, J. (2021). Large-Scale Monitoring of Resistance to Coumaphos, Amitraz, and Pyrethroids in Varroa destructor. Insects, 12(1), Article 1. https://doi.org/10.3390/insects12010027

Higes, M., Martín-Hernández, R., Hernández-Rodríguez, C. S., & González-Cabrera, J. (2020). Assessing the resistance to acaricides in Varroa destructor from several Spanish locations. Parasitology Research, 119(11), 3595-3601. https://doi.org/10.1007/s00436-020-06879-x

Mitton, G. A., Meroi Arcerito, F., Cooley, H., Fernández de Landa, G., Eguaras, M. J., Ruffinengo, S. R., & Maggi, M. D. (2022). More than sixty years living with Varroa destructor: A review of acaricide resistance. International Journal of Pest Management, 0(0), 1-18. https://doi.org/10.1080/09670874.2022.2094489

Peck, D. T., & Seeley, T. D. (2019). Mite bombs or robber lures? The roles of drifting and robbing in Varroa destructor transmission from collapsing honey bee colonies to their neighbors. PLOS ONE, 14(6), e0218392. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0218392

Peng, Y.-S., Fang, Y., Xu, S., & Ge, L. (1987). The resistance mechanism of the Asian honey bee, Apis cerana Fabr., to an ectoparasitic mite, Varroa jacobsoni Oudemans. Journal of Invertebrate Pathology, 49(1), 54-60. https://doi.org/10.1016/0022-2011(87)90125-X

Seeley, T. D., & Smith, M. L. (2015). Crowding honeybee colonies in apiaries can increase their vulnerability to the deadly ectoparasite Varroa destructor. Apidologie, 46(6), 716-727. https://doi.org/10.1007/s13592-015-0361-2

Artículo publicado en apis.vet